Equilibrio socio-emocional en las personas y organizaciones en esta etapa de crisis
La situación de incertidumbre que promueve el coronavirus afecta a las organizaciones y a su entorno. Entender por qué y cómo éstas se comportan, componen y desarrollan, es clave para poder generar estrategias que permitan trascender las crisis que la coyuntura expone.
La pandemia por coronavirus nos interpela como personas, como comunidad, como organización. Nos incomoda porque, básicamente, detona o acelera una multiplicidad de crisis. Muchas de las cuales ya preexistían. La situación se torna difícil de comprender y abordar ya que es por demás compleja. Es que si bien nuestro cerebro está habituado a entender la relación lineal de causa-efecto entre factores; no está tan entrenado para los abordajes transversales o en red. Pero eso no implica que no pueda hacerlo.
La comprensión como proceso es vital para enfrentar el contexto actual ya que actúa como catalizador entre nuestros intereses y el de nuestro ambiente. Es, de hecho, un espacio de regulación entre las emociones, pensamientos y comportamientos que develan nuestros objetivos y preocupaciones y los del contexto. Así, nos ayuda, no sólo a afrontar el escenario presente, sino también a sentirnos incluidos y comprendidos en él.
Hoy podemos observar con nitidez la necesidad de entender y de ser entendidos para no caer en la desorientación y el desasosiego. Pero suele suceder que percibimos el contacto con un factor de estrés como si este fuera externo, ajeno; por lo que esperamos que también la solución provenga desde afuera. De esa manera, en lugar de intentar desentrañar el suceso, esperamos que caiga del cielo algo que nos aloje y nos devuelva un lugar donde vivir.
La pandemia nos exige permanentemente y, como toda demanda externa, supera nuestra capacidad de comprensión interna. ¿Qué podemos hacer ante eso? Un camino puede ser el de adoptar el cambio sin miramientos. Es decir, hacerlo sin medir sus consecuencias, ya que tenemos la necesidad de continuar. Otra alternativa, mucho más saludable, es que nos adaptemos al proceso que implica comprenderlo, en cuyo caso seremos conscientes del esfuerzo que conlleva y podremos elaborar estrategias para afrontarlo.
Nadie debería dejar que algo extraño atravesara la frontera de su consciencia sin poder detenerse a ver de qué se trata. Es natural, sin embargo, que cuando nos toca vivir un trauma masivo (multiplicidad de crisis que se retroalimentan) queramos evadirnos. Sin embargo, estaremos expuestos a una cantidad de estrés agudo o crónico que no es fácil de digerir y que, precisamente por ello, es fundamental animarse a mirarlo de frente.

Dinámica e interrelación entre crisis, intereses y factores coyunturales de las organizaciones. MQ Asociados.
Recalculando
Ante situaciones disruptivas como la pandemia, los procesos institucionales, organizacionales y personales se impulsan y/o se aceleran. Es decir, potencian su tendencia a la declinación o a la evolución, en función de la etapa que transitaban previamente. En definitiva, se desencadenan crisis y desajustes en nuestro contexto que lo transforman en un espacio incierto, oscilante y resbaloso.
Entonces, cuando las estructuras organizacionales y las bases institucionales y personales entran en crisis, desequilibran y desregulan nuestros sistemas y espacios itra e interpersonales. Los primeros que se ponen de manifiesto son aquellos que necesitamos ocupar en nuestra relación socioemocional en la cultura. Si no podemos cubrirlos, comenzamos a sufrir la soledad o el aislamiento público, social, privado, personal o íntimo.
Hoy comprobamos que todos esos espacios se congregan en un solo lugar físico. En consecuencia, estas desregulaciones acentúan conflictos y problemáticas que responden a crisis adaptativas que, probablemente, antes no hubiéramos ni identificado ni tratado. Todo esto genera síntomas como ansiedad, tristeza y depresión; fabulaciones; obsesiones; trastornos de funciones biológicas como el sueño y la alimentación; aislamiento emocional; abuso de sustancias; maltrato hacia otros y hacia uno mismo e intolerancia frente a la impericia y los errores propios y ajenos.
En esta crisis global, entonces, vivimos estos padecimientos orgánico-funcionales de manera más intensa. De allí que la necesidad de comprensión se resignifica. Nos permite crear los anticuerpos que precisamos para enfrentar situaciones apremiantes. Nos desafía e incentiva a generar soluciones.
Muchos teóricos advierten, desde hace más de medio siglo, que estamos construyendo una cultura cada vez más impersonal, superficial y fugaz de la mano de un progreso tecnológico y de una especulación productiva, sin propósitos comunes. Esta carrera irreflexiva, no nos ayuda a hacer frente a los problemas vinculados con la angustia y la idea de la inestabilidad. Cuando no se da lugar a elaborar y asimilar lo que nos sucede, se impide la posibilidad de prepararse para actuar y transformar la actualidad. Comprender la realidad nos permite, en cambio, recuperar la confianza y el vínculo con nosotros mismos; proveernos de señales que nos indiquen que es tiempo de un final y, al mismo tiempo, de un nuevo comienzo; y desarrollar una visión holística haciéndonos sentir que somos parte de algo mayor que nos acerca a nuestro origen. También nos abre la posibilidad de asombrarnos y de acercarnos -con la necesaria vulnerabilidad e ignorancia- a lo que nos resulta extraño o diferente y, así, desarrollar la capacidad de incursionar en lo desconocido. Comprender permite, finalmente, transformar el miedo a la pérdida en una fase esencial de desconocimiento para darle lugar al aprendizaje. A lo nuevo. Una etapa con renovados desafíos.
Lic. Mariano Qualeta, psicólogo organizacional. Fundador de MQ & Asociados y consultor de Asertys como referente de la Práctica de Talento y Desarrollo Ejecutivo. Coach de propietarios de empresas y alta gerencia; ha sido responsable de diseñar y liderar múltiples procesos de desarrollo y salud organizacional, en contexto en crisis, en firmas como Bristol Myers Squibb, Teva, Ferring, Close up, IBM Argentina y Latam, Novo Nordisk y Tenaris, entre otras.
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